
02- Skies on Fire
03- Big Jack
04- Anything Goes
05- War Machine
06- Smash 'n' Grab
07- Spoilin' for a Fight
08- Wheels
09- Decibel
10- Stormy May Day
11- She Likes Rock 'n' Roll
12- Money Made
13- Rock 'n' Roll Dream
14- Rocking All the Way
15- Black Ice
Bueno, vamos por pasos. Imagino que nadie necesita que expliquemos aquí de nuevo que AC/DC es una de las pocas bandas que no han variado su concepto de la música un ápice, ni falta que les ha hecho. Siguen siendo genuinamente únicos, siguen vendiendo camisetas como máquinas expendedoras de tabaco, y tanto sus primeros trabajos como los últimos se compran en cualquier punto del globo cada diez segundos, y siguen batiendo récords, hasta el punto de darle un portazo en los morros a los más novedosos y rentables negocios, tales como I-tunes. Añadamos a estos apuntes, nada innovadores, el hecho de que cualquier ente pensante que se haya desarrollado morfológica y mentalmente en el planeta Tierra, sea de la clase social que sea, relaciona automáticamente los términos AC/DC y Rock. Dicho esto -porque hay que decirlo-, pasamos a analizar el esperadísimo disco de Brian Johnson, Angus Young, Malcolm Young, Cliff Williams y Phil Rudd (a esta gente hay que llamarles por su nombre y apellido, que llevan muchos años en el asunto).
A grandes rasgos Black Ice tiene unas cuantas canciones que se salen del molde, y otras tantas que, de primeras, a más de uno le sobrarían. Cuando lo escuchas treinta veces, te gustarán unas más que otras, pero creedme: no sobra ninguna. Nadie espera de ellos que innoven o que varíen su estilo, y sin embargo logran aportar en cada disco un algo que lo diferencie de los demás. La portada era de lo más esperanzadora, tan oscurita, con su Black ahí tan prometedor... No, no es un nuevo Back in black. Si bien tampoco creo que siga fielmente los parámetros de Ballbrakers y de Stiff Upper Lip, sino que encajaría más entre la época de Flick of the switch y Razor´s Edge. Bueno, vamos al tema.
Comienza a deslizarse por nuestro oído el Rock´n´roll train. Este tema es puro y duro AC/DC, tan puro que suena a varios temas anteriores a la vez, pero sobre todo a Give it up, el que cerró su último trabajo en el 2000, en la parte previa del estribillo. El riff es de lo más normalito, primero en mono, después en estéreo, ampliado más tarde en el mencionado bridge. Deliciosamente familiar. Y señoras y señores aquí llega Angus por primera vez, en (2:27), para marcarse el primer sólo del disco, de apenas 13 segundos. Te quedas diciendo ¡arranca la motosierra muchacho!, y ahí vuelve en (3:07) doblando a un Johnson que se mantiene en muy buena forma -tras pasar por todo un ejército de computadoras armadas de los sintetizadores y estabilizadores de voz de última tecnología, imagino- y con la intención de quedarse hasta el final del tema con sus fraseos histriónicos que tanto echábamos de menos tras ocho años de silencio. Hasta aquí todo bien, mi hermana un poco pachucha, una fiebre de esas de otoño, pero vamos nada grave...
-----> (N del R.: es una putada vivir en la era de la tecnología por el simple hecho de que tracks 1 como éste se adelanten a la salida del disco, porque su riff de inicio pierde todo el factor sorpresa)
Cuando leí el nombre de Skies on fire irremediablemente aterrizó en mi azotea el título The house is on fire, por asociación simiesca básica. Cuando el verbo se hizo música con ese inicio tan simple de batería, y un riff a la antigua usanza, me saltó a la mente ¡Rising Power!. Y dije, coño, aquí hay algo del Flick of the switch. Y lo hay: esos ritmos machacones, los coros en el estribillo, la voz de Johnson explotando al final del tema mientras el bueno de Angus hace de las suyas por detrás del telón. Un tema que desde la primera vez que se me metió dentro, me llevó a mis tiernos 16 años.
Big Jack es un primer tema movidito, digamos. No ofrece demasiadas cualidades para resaltar, aparte de la fuerza del punteo que late durante todo el estribillo, como una sombra. El solo adquiere gran protagonismo, Cliff y Phil siembran el camino con una base simple y dispuesta para ser atravesada por la púa del menor de los Young. A mí se me antoja un pelín limitado, muy puro en el estilo inigualable de los canguros, sin duda, pero de los más carentes de feeling.
Bueno, llegamos a la gran sorpresa del disco. Grata, pero muy grata sorpresa. Durante la primera escucha de Anything goes tuve que parar el reproductor ¿? Me quité los cascos, con los ojos como platos (0)(0) Y me dije: pero vamos a ver, de qué va esto. Me estaba riendo de emoción. A la segunda lo pillé al vuelo. Es un corte que te pilla a contrapié desde el principio. Un fraseo lo abre y lo cierra, sin desaparecer ni un instante. Poco a poco va cogiendo cuerpo y te vas retrayendo en el tiempo. Señores, Anything goes es un puto temazo. Es puro rock de los 80 en algunos tramos, sobre todo en el estribillo, con un gran Brian Johnson al que le brota el feeling por cada poro del cuerpo. Joder, recuerda al Springteen de Born in The USA, y apuntar tan alto sin caer desde la cima de un rascacielos sólo lo pueden hacer los genios. Pero iré más lejos, si me lo permitís: el punteo de este corte se aproxima a los de la era de Scott. No es un sacrilegio, es mi opinión. Es fabuloso: armónico, rápido, se desliza entre el ritmo machacón de la batería, y da paso a una nueva estrofa envuelta en esos riffs mágicos que me han regalado exactamente lo que esperaba del disco. Amigos, hay que tener mucha CLASE para retomar el estilo de hace 25 años y no destrozarlo y convertirlo en un superventas comercial. Anything goes tiene todos los ingredientes para ser un himno de AC/DC: el riff vacilón tipo Who made who, y el solo central acompañando a la frase que da nombre al corte son un auténtico lujo. Uno de los mejores temas del disco, en mi opinión.
War machine comienza amenazante, con una línea grave de bajo, acumulando los instrumentos, y creciendo en intensidad hasta estallar en un riff más que decente que golpea el martillo, rebotando después en el yunque y llevándose el estribo por delante. Por la simpleza de su composición, y la contundencia del estribillo, y teniendo en cuenta que fue el primer adelanto oficial del disco (fechoría similar a la mencionada en R`N`R Train, por reventarnos el factor sopresa y bla,bla,bla...), es carne de cañón de la próxima gira de la banda. Pues eso, como ya lo tenemos más que trillado, no me extenderé mucho: tema corto, directo, potente, y con un punteo demasiado breve como único pero. Supongo que Angus dará buena cuenta de ello a lo largo y ancho del globo. Y nosotros que lo veamos.
Pegadizo es el adjetivo que mejor se adapta a Smash n´ Grab por encima de todas las demás cualidades que se me ocurra apuntar. No voy a decir que es una canción antológica, pero ni mucho menos creo que sea del montón. A mí me trae un aire a la atmósfera de Night of the long knives. Angus aporta sus brillantes detalles en el puente previo al coro, y al final del tema, apareciendo con destellos de los que le han convertido en un guitarrista de personalidad única. Podemos suponer que O`Brien se ha divertido en la producción de este tema: los platos y el charles de la batería adquieren gran protagonismo, la presencia de los coros aportan un singular dramatismo y Brian está impecable, me chiflan sus Hey hey hey yeah! en varios tonos. Creo que cumple los 30 tacos este año, ¿no? Lo de este tipo es increíble.
Spoiled for a fight es sinónimo de AC/DC, ya desde el primer acorde. Nada que objetar, podríamos citar cinco o seis temas a los que remite directamente, pero vamos a ahorrárnoslo. Una canción para subir el volumen a tope y cantar con Brian a grito pelao. El tema: gresca, como en los viejos tiempos. Esta gente sigue bien engrasada, desde luego que no se olvidan de componer ese tipo de canciones en los que más identificados nos reflejamos todos los que seguimos su hipnótica música. Tiene un aire Ballbreaker incuestionable, para mí, vaya.
Wheels es un tema redondo como su propio nombre metaforiza. Engaña al principio, parece que va a seguir con ese aire de cierta simpleza creativa de los dos temas anteriores, pero tiene más cuerpo, un excelente nivel como composición. La obra maestra del disco. Espero que se me entienda. Desprende la belleza de los clásicos de la banda, tiene un punto más agresivo, guitarras más crudillas que aparecen y desaparecen, cortan, puntean y se van en el estribillo -que quizá habría requerido algo más de esfuerzo-, aunque los coros: clavados. El riff tiene un aire a Given the dog a bone, sin comparaciones radicales, claro, pero a mí me parece que lo tararea y todo -se ve bien justo antes del punteo-. Aquí Angus cuenta con un poco más de tiempo del habitual para desarrollar su sólo, se agradece, parece que recortar los punteos ha sido una de las premisas a seguir en Black Ice. Lamentablemente, pero no nos pongamos tristes, que esto va bastante bien.
Personalmente disfruto mucho con los temas más blueseros de AC/DC, digamos que Boogie Man y Damned los machaqué en sus respectivos primeros días de vida sonora, y Decibel cumple a la perfección con mis pretensiones en este sentido. Quizá el tema más elegante del disco, si se me permite el adjetivo. Para ir por la calle con el MP3 marcando los pasos al ritmo de las baquetas. Los Young se lucen, cada uno en su perfil, y aunque el solo de Angus vuelve a hacerse corto, salpicado con las clásicas apariciones intermitentes al final del tema, es agresivo e intenso en música y letra. Se me hace corta.
Atención porque este tema es uno de esos que aportan algo diferente a lo que la banda nos tiene acostumbrados. Y jodidamente bien, dicho sea de paso. En Stormy May Day Angus echa mano del slide para marcarse un riff con aires country, con un evidente aire al In my time dying, pero aderezado con la personalidad arrebatadora de Angus y una solidez exquisitas, que no desaparece en todo el tema excepto en el final, un tanto sorprendente por lo tranquilo, porque te quedas esperando a que vuelva el riff, pero no vuelve ni una cosa ni la otra, y te golpea el único pero: ¿por qué no tiene sólo este temazo?
Entramos de nuevo, con She likes rock´n´roll, en la máquina del tiempo que nos lleva de vuelta al Flick of the Switch. Espero que alguien me confirme esto, y no sea que me estoy volviendo loco. ¡¡El estribillo de Deep in the hole reverbera en mi cabeza en cuanto acaba el tema!! Este es el corte más trabajado del disco a nivel vocal, los coros, la parte central sobre la línea de Cliff, la explosión final con Brian desbocado y Angus por debajo volviéndose loco enredando los dedos en sus familiares escalas. No sé si es que me gusta mucho esta banda, o lo que pasa, pero a pesar de no haberse machacado la cabeza con la letra y haber vuelto a reciclar uno de sus ritmos más evidentes, lo clavan.
En Money made la banda nos mantiene en esa línea de finales de los 80, tiene una textura muy parecida a los temas de Razor´s Edge, además de que resulta imposible que nuestras neuronas no conecten con Moneytalks a través de los títulos. La entrada es espectacular, con esa simpleza que tan grandes les hace. Pura clase, chapó. Se les va un poco la mano hacia una línea con tintes funk. No es que se hayan dejado el pelo a lo afro y lleven trajes ajustados de lentejuelas con los pelos del pecho al aire, sino que se están divirtiendo, ¡qué coño! El Young mayor con su ritmo, Angus dándole juego al riff, Cliff haciendo horas extra y Brian clavando un tema muy hecho a su medida, luego todos en el coro: Want more Money Made. Otro hit, y ya van unos cuantos.
Sorprendente intro, con un tinte tristón y un Brian sin llegar al extremo sus agudos son las credenciales con las que nos adentramos en Rock´n´roll dream, y rompe en el estribillo, que se alza para caer de nuevo en esa atmósfera de balada que no llega a fraguarse como tal. Una muestra más de que en estos ocho años se han tomado tiempo para crear sin temor a que les acusen de traicionar su estilo. Porque no saben hacer eso, ellos son quienes son. El tramo final de este corte con ese aire melancólico, con el timbre de lamento en la garganta de Brian, pone punto y final a un tema que invita a la nostalgia.
Rock ´n´ roll way es una de esos temas que con leer el título podrías suponer cómo va a ser, incluso si tarareas el estribillo basándote en tu inventiva, quizá aciertes. Podría parecer prescindible, pero tampoco tiene por qué: tiene un aire a clasicazo, aunque se quede realmente en eso, en el aire. Le salva el hecho de que Angus se resarce de lo encorsetado que ha estado en la mayor parte del disco, y se suelta la melena en un doble sólo bastante extenso. No le sobra ni le falta nada, pero tiene todos los tintes de tema-relleno.
No le pasa eso a Black Ice. El otro trallazo que nos tenían reservado para el final: riff de la casa, tan familiar; entra Brian a medio tiempo, y se hace esperar con un puente entrecortado. Rompe en un vacilón Black Ice que se alarga mezclándose con la segunda estrofa, y esta a su vez con el un nuevo grito que da nombre a la canción. Black Ice no sigue la estructura intro / estrofa / estribillo / punteo / estrofa / estribillo + punteo / cierre; es un tema que va por libre en la composición, y que nos presenta a la banda entregada a un encadenamiento de ritmos que pone el broche final, y muy digno, al disco.
Conclusión: ocho años son buen puñado de años, pero la espera ha merecido la pena. Black ice tiene temas a la antigua usanza, rock ´n´roll puro y duro, y otros que aportan un punto de innovación a su más que consagrada trayectoria. Este álbum tiene todas las papeletas para sacar de sus casillas a aquellos que argumentan, completamente seguros de sus palabras, que AC/DC son unos caraduras y que llevan viviendo de doce notas durante tres décadas. ¡Cuánta clase hay que tener para seguir siendo uno de las bandas más personales del panorama y no defraudar a los amantes del buen rock! Black Ice no defrauda, la producción es exquisita -aún más, sin duda, en CD- con un sonido crudo o dulce en las guitarras, según lo requiera cada tema, un Brian con unas cuerdas vocales en pleno estado de forma; Cliff, Malcolm y Phil en su sobresaliente línea, flanqueando a un Angus que no ha perdido su buen gusto. Buena culpa de ello lo tiene Brendan O´Brien, seguramente. Una banda capaz de crear temazos como War Machine, clásicos para el siglo XXI como Anything goes, un rock con aires country que te lleva al desierto australiano como Stormy may day, letras reflexivas acerca de tantos años viviendo en el sueño del rock como Rock´n´roll dream, y así hasta quince canciones. Sinceramente, creo que no sobra ninguna, porque la que puede parecerle a fulano prescindible por su parecido a alguno de sus hits ochenteros, bien puede ser lo que mengano estaba esperando como agua de mayo desde hace casi una década. Porque eso es lo que hace a AC/DC una de las bandas más grandes de la historia de la música, más allá del género: que en las cuatro letras y un rayo mítico de su nombre, se esconden el auténtico feeling de un tal rock y el alma inmortal de un tal roll.
Fuente: El Portal del METAL
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